martes, 24 de marzo de 2009

fragmentos de una mente extraña habitando un cuerpo desconocido



hay veces en que el futuro se va poniendo cada vez más oscuro, y los recuerdos del pasado se hacen más brillantes, sin importar cuán trágicos sean.

Capitulo 3

82 días después, desperté de nuevo, una mañana gris, a lo lejos se distinguía el sonido del panadero, que todos los días sale a repartir el pan desde las 5:30 am, también se lograba escuchar el sonido de los autobuses, que desde ya empezaban a recoger pasaje, llevando a sus destinos a miedosos pasajeros, que se suben sin saber si se bajaran, debido a la constante ola de violencia q asecha a nuestro país, que no solo es culpa de los inhabitantes que nos extorsionan, si no también de nosotros, por nuestra misma sociedad que nos ha empujado a tal punto en que cada 4 años cambiamos al conductor, con las esperanza de q sus nuevas políticas cambien nuestro rum... bueno no hablaremos de política, no lo encuentro interesante, mejor enfoquémonos en el hecho de porque me desperté hoy. Me desperté probablemente por que así era mi destino, cosa que no muy lo encuentro probable, aunque tal vez si, no lo debatiremos, entonces suponiendo que era el destino, de los millones de espermatozoides que nuestros padres depositaron en el útero de nuestras madres, nosotros fuimos los ganadores, 9 meses después nacemos,
nos crían bajo destinas doctrinas, mas las distintas vivencias son las que terminan de forjar nuestro carácter nuestro pequeño mundo interno, y mágicamente los distintos sucesos, nos unen en una tarde de enero y nos separan en una noche de noviembre. Si tan solo algún otro espermatozoide hubiese atravesado antes la zona pelucida del ovulo para así fecundarlo, alguien más, distinto a mi hubiera nacido, si tan solo a ese señor nunca lo hubiera dejado la esposa, nunca hubiera entrado en depresión, nunca hubiera manejado borracho, y nunca hubiera chocado contra la camioneta, nunca hubiera habido trafico ese día y hubiese llegado a tiempo a mi clase, hubiese entrado, en vez de ir a comer a Mc, si tan solo Richard y Maurice Mcdonald nunca hubieran abierto su primer restaurante en 1948 empezando asi una gran cadena de restaurantes, si tan solo...nunca te hubiera visto ahí sentada, sola, con aquella linda sonrisa, nunca te hubiese hablado, nunca te hubiese conocido, entonces creo q el destino nos dio las distintas opciones, pero por alguna extraña razón nuestros caminos por fin se juntaron. Pero bueno no hemos encontrado la razón por la cual desperté ese día, trate de recordar que había pasado el día anterior, recuerdo los llantos de una niña, los gritos de una madre, fue cuando sentí ese olor, olor a pelo quemado, mire mi ropa y vi rastros de hollín y poco a poco fueron apareciendo pequeños recuerdos, y estos fueron los hechos del dia anterior.


Sali temprano de clases ese dia, era un miercoles, dia de cine a 2x1, por lo cual la mayoria de mis amigos habian agarrado camino a uno de los tantos nuevos centros comerciales, claro reflejo de la crisis economica.

Decidi ir a pasar mi solitaria tarde al centro historico, ir a algun viejo cafe, disfrutar la tarde de la igual forma en la q talvez mis abuelos lo hicieron, cuando en la zona 1 convivian la crema y nata de la sociedad guatemalteca, y habia dejenerado tanto como en la actualidad, llegue al Pasaje Aycinena en la novena calle entre sexta y septima avenida, entré al café bar Las Cien Puertas, pedi solamente un cafe, normal(entre los mas de 20 nombresitos raros de bebidas con café), hacia 118080 y unos cuantos minutos mas que no fumaba asi que me sente solitariamente a leer la prensa, amarillista, q solo decepciona mas, perdiendo la escencia pura del periodismo, tranquilamente termine mi cafe y cuando estaba apunto de pararme, un extraño señor que vestia una gabardina negra, lentes oscuros y un sombrero gris, muy al estilo de los '40, paso a la par mia y sin verme me dijo,-vamos muchacho, tu puedes, la puerta de la izquierda-, y siguio su paso apresurado al baño, pense, - este tipo ha de estar fumado, loco cerote saber q putas habra querido decir-.

Apresurado Salí del café, y me encamine hacia la novena calle, buscando la 11 avenida ya que había una misa en memoria de una amiga que había fallecido, y tal vez era ateo, pero respetaba las creencias y memorias de las personas, y más si se trataba de Gaby…, justo cuando iba pasando enfrente de una casa azul, muy al estilo de 1920, un fuerte ruido estremeció la tarde, voltee y una gran bola de fuego saliendo de la casa en la acera de enfrente, por unos segundo me quede impresionado, quieto, sin poder moverme, y fue cuando oi los gritos desesperados de una mujer, rápidamente corrí hacia el lugar, y note que los gritos provenían de una mujer, un poco histeria, que de lo alebrestaba que estaba no se le entendía lo que quería decir, al fin ya medio calmada logre entender que su hijita de 5 años estaba atrapada en su habitación, que ella había salido a comprar el pan y la había dejado ahí sola, así que sin pensarlo, decidí entrar, el humo ya había llenado la mayor parte del techo, empecé a caminar por el pasillo cuando otra vez todo se torno negro y aquí vamos…era una tarde de diciembre, mi padre acostumbraba a comprar una gran cantidad de cohetillos para navidad, así que casi siempre sobraban, y con mi hermana desde los primeros días de diciembre empezábamos a quemar los sobrantes para que mi papa comprara nuevos, pasábamos las tardes inventando una gran cantidad de juegos, con estrellitas, que era lo único que mi hermanita podía quemar, pero un gran descuido mío ella confundió una canchinflín con una estrellita, y cuando yo me di cuenta, ya la mecha se había consumido y el canchinflín había empezado a quemarse, mi hermana asustada lo soltó y fui testigo de cómo lentamente emprendió vuelo hacia la caja donde estaban los demás cohetes, era pequeño y aun era miedoso así que salí a ocultarme, pero había olvidado a mi hermana, y ella no lo logro, sus pulmones se llenaron de Co2, y murió, nunca les conté a mis padre la verdad, y le echaron la culpa a un corto circuito, y que eso había empezado el incendio, y desde ese día odie tanto a dios, que deje de creer en el…el pasillo estaba lleno de humo y ahí tenia a la niñita entre mis brazos, mas no recuerdo como llegue a este punto, el oxigeno se estaba acabando y casi no tenía fuerzas de seguir, pero vi ala niñita y no creí que fuese justo que nos dejáramos morir fue cuando lo note, una puerta, a mi izquierda, la abri y en esa habitación no habia humo, habia una gran ventana por la cual pude salir, y ponernos a salvo, la señora casi que me nombro santo ese día, y por quitarme la curiosidad le pregunte si con ellos vivía algún señor que usase una gabardina negra, y ella me respondió, si mi padre tenia una, pero el falleció hace 5 años, 3 meses después que mi bebe naciera.

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